Estando como estoy de acuerdo con todos los países serios, es decir, todos menos los amigos de los socios, y apoyando el sensato argumento y resolución de mi tía Encarna cuando dice «La guerra se arreglaba dándole un mochazo al ruso», lo que no entiendo es que salgan los amigos de la cancelación y empiecen con gilipolleces como vetar a Dostoyevski o a Tchaikovski. Pues no. Ni a ellos, ni a Wagner y sus valquirias, ni a Woody Allen y su Annie Hall, por algo de lo que encima no es culpable, ni a tantos y tantos otros.
En cuanto a los dos rusos, qué voy a decir. Creo que es un buen día para releer «Los hermanos Karamázov», «El jugador», «Crimen y castigo» o «Humillados y ofendidos», ésta sobre su etapa deportado en Siberia por liberal. Pero bueno. A lo que voy. Que si las ideas de un artista están por debajo de su obra, el hecho de nacer en un lugar, incluso casi dos siglos antes y ser vetado, es para bajarse de esta piedra redonda, si no nos baja el ruso del mochazo antes.
En fin. El tema de la guerra es serio. No se trata de ser frívolo con estos comentarios, pero es que me sorprende cada vez más el grado de estupidez del que somos capaces. Pero, si un presidente mejicano nos dice este siglo que hay que pedir perdón, y ha llegado a presidente, ¿qué podemos esperar?
