Hoy he vuelto a ver salir a los Salcillos de la iglesia de Nuestro Padre Jesús, en Murcia. Fe, tradición, cultura y arte por las calles de mi querida tierra.
Tallas camino de los tres siglos, esculpidas y creadas por una mano divina, porque alguien capaz de sacar de un bloque algo como ese beso de Judas -es la misma talla el origen de ambas imágenes-, es alguien capaz de ver mucho más allá, pero mucho.
Con Murcia oliendo a azahar y viendo este espectáculo en sus calles, ¿Cómo no voy a sentir morriña cuando no estoy aquí?
Que pasen muchos siglos más con los salcillos, nuestra cultura y la fe de tantas personas bullendo por sus calles.
Sólo espero que no venga ahora un ministro o ministra del ramo, o de la rama, y que le, la, lo, li, lu dé, (dejo pronombres reales y aún por imponer, para que cada cual se atribuya el que menos pesambre o bochorno le dé), digo que le dé por quitar estas tradiciones y expresiones populares en virtud de leyes «para evitar sentirse + participio». Que es que les, las, los, lis, lus pone mucho aquello de ponerse el velo como respeto a la tradición, por ptro lado machista, de otras religiones, o cenar a las tantas, o llamarnos hombres cis a los hombres, o borrar a las mujeres incluyéndolas en el subconjunto de mujeres «no trans» y otras muchas giliprogreces de estos pluscuamborricos, con el debido respeto a esa ganadería equina.
Pero bueno, lo dejo. Que he empezado exaltando mi tierra y sus procesiones, se me ha cruzado la imagen de un político extremista, y me la ha jraciao.
Bueno. Ellos (ellas, ell… y toda la parafernalia) pasarán. Lo de Salcillo, es eterno.
