Es la tercera, sí, la tercera vez que queriendo darme da alta en alguna suerte de suscripción, periódico digital, servicio de ciclo indoor, aplicación de cómputo de cervezas ingeridas, etc., me preguntan por mi género. Y algunas son empresas españolas, ¡Por Júpiter!
Yo no gasto de eso. Yo como todo bicho viviente, tengo sexo. Éste podrá ser más o menos ignominioso, decente o funcional, pero es mi sexo, con el que nací. Lo de género, amén de un constructo interesado por parte de los posmodernos y que lleva como bandera la ministra «nomentero», es, en su origen, un calco del gender de los bárbaros provenientes de la pérfida Albión.
Los que lo usan como la ministra quiere imponer, hacen referencia a que aquí lo importante es el derecho a sentirse o no sentirse, y no la realidad anatómica con la que uno nace. Esta degeneración hace que machotes que se levantan queriendo ser más mujeres que Afrodita, lo puedan ser y borrar a las mujeres que han nacido con ese sexo. Y, de paso llevar la bandera de no sé que absurdo feminismo nauseabundo.
Pero eso es así, lo hemos importado de Norteamérica, de las teorías deconstructivas de Derrida y Foucault, y toda la parafernalia, que, por exceso de ocio o falta de hambre, les da por pensar sin tener el Fortasec a mano.
Nosotros nos lo traemos aquí y, si vemos a un niño jugando con muñecas, le decimos a sus padres que se despidan y que Ramón va a pasar a ser Esmeralda, se pongan como se pongan, con la sonrisa cómplice y socarrona de las farmacéuticas que venden hormonas.
Pero, lejos de esa politización propia de estos criajos ignorantes que, votados por cuatro gatos, han impuesto este tipo de chorradas, voy al tema etimológico.
Gender, en inglés, sí puede ser tomado por sinónimo de «sex». Pero esto no viene de los posmos, no. Esto viene del puritanismo victoriano inglés, en el que la palabra «sex» era un tabú y había que buscarle el eufemismo, encontrándolo en algo mucho más etéreo e inconsistente como «gender».
Y nosotros vamos y lo copiamos. Primero nos cargamos el asunto de que el género es algo gramatical y que el masculino genérico es una herramienta que confiere concisión al lenguaje, a la comunicación, que no invisibiliza a nadie y que convierte en hipócritas a quien intenta, sin suerte obviamente, utilizar el doblete.
Pero es que además, hay dialectos en el Congo, en Ruanda, o en Venezuela (vaya tres ejemplos de democracias que me vienen), donde se utiliza un femenino genérico dese hace siglos y sus gentes, en algunos casos, practican la mutilación genital a las mujeres, y en otros, como en Venezuela, la mutilación de la libertad.
Bueno, pues eso, que se ha extendido poner en los formularios, que se indique el género y no el sexo. En mi caso, cuando es un formulario en papel, tacho género y pongo sexo, pero cuando es digital, directamente, le dan por culo al formulario y se quedan sin un suscriptor.
No soy activista, de hecho lo detesto por lo que conlleva de servilismo, borreguismo y pluscuamignorancia, pero en este caso haré una excepción. Yo no tengo género, sin ningún género de dudas.
